Satanás contra las tradiciones

Publicado por: Capellán Strauss Belial (3 de julio, 2024)

Tiempo de lectura: 10 minutos


¿Por qué el satanismo simboliza rechazo al tradicionalismo? ¿Qué relación tiene Satanás con el pensamiento crítico? Este artículo va desde novillos aplastados hasta las discusiones de Satanás con Belcebú, y cómo James Camerón ilustró al tradicionalismo con metal líquido.


Fotografía de toreo español

Fotografía de sgrunden en Pixabay

“Eso es cosa de satánicos”, diría el rabino cuando le cuestionan su afición por mutilar genitales. “No tienen respeto por su país”, diría el patrón de fundo, que va a una de sus propiedades campestres una vez al año, cuando alguien le cuestiona su pasión por aquel “deporte” de ver a dos huasos persiguiendo y aplastando a un novillo montados a caballo. “Pero si siempre ha sido así”, diría el bully escolar de sexualidad reprimida cuando alguien le cuestiona por qué acosa constantemente a la primera persona “diferente” que conoce en su vida.

Todos esos cuestionamientos afectan a las tradiciones, son cosas del demonio, es de rebeldes. Sí, sí y sí. Y si la mayor tradición de todas nos llama “satánicos”, entonces satánicos somos.

Palabra clave: cuestionamiento

Existen tradiciones inofensivas. Darse regalos entre familiares a fin de año con el solsticio, no tiene nada de malo. Ya podríamos cuestionar si es bueno o no obligar a hacerlo, inventarle mitologías a los más pequeños o pequeñas, pero el acto voluntario de darse regalos no tiene nada malo en sí mismo. Otras tradiciones, como “bromear” con odiar a la esposa, poner las manos al fuego por la policía, o reverenciar a los teólogos, sí suelen tener resultados tóxicos: fortalecer el machismo, abrirle la puerta al fascismo, o validar a una institución protectora de pederastas.

La clave es primero cuestionar, y después rechazar. No sería extraño que después de cuestionar nos encontremos con una tradición que en realidad no tenía nada de malo y no haga falta rechazarla. Hace algunos años una persona cercana a mí me contaba cómo en su casa celebran Navidad con todo el juego de regalos y adornos paganos, pero sin engañar a su hija con cuentos de ancianos enjuiciadores, y resultando en una fiesta tan divertida y emocionante como la de la casa de al lado, con su hija tan emocionada como cualquier niña, y abriendo un regalo de Navidad entregado directamente de la mano de sus personas más queridas.

La ceguera del tradicionalismo

El problema del tradicionalismo es su falacia de argumento circular: la gente considera algo valioso por el hecho de ser tradicional, y si le preguntan por qué ese algo es tradicional, responden que es porque es valioso (!) Y por obvio que suene, pocas personas notan esa trampa lógica tan simplona.

¿Que las corridas de toros son buenas? ¿Y que son buenas porque son tradicionales? ¿Y que “atacar” a una tradición es un pecado espantoso? Algo no me huele bien…

La sensación de que algo “es valioso” hace que siquiera pensar en cuestionarlo se sienta ofensivo. Ese proceso de cuestionamiento que daría pie a descubrir ese desastre lógico, ni siquiera alcanza a iniciarse. No por nada el cristianismo insiste incansablemente en convencernos de que cuestionar es malo, que la “fe” es buena, y nos revuelve el cerebro con una ensalada de argumentos circulares: nos dicen que la fe es algo bueno, y dicen que es buena porque su dios lo dice, y le creen porque quieren creer que ese dios existe, y dicen que creen en su existencia por fe…, ¿y por qué consideraban buena esa fe? (!!!)

El tradicionalismo es la aplicación por excelencia de la falacia de argumento circular.

El tradicionalismo está hecho de metal líquido

En el mundo de “Terminator”, ese androide exterminador posee una tecnología clave que le permite existir:

En un inicio se comenzaron a desarrollar versiones cada vez más avanzadas de él, hasta llegar a su versión, que tiene la capacidad de resistir viajes en el tiempo. Lo mandan al pasado, antes de que siquiera fuera inventada la génesis de esa tecnología, y los ingenieros de esa época dan con un trozo de su cuerpo, que permite que aprendan cómo desarrollar esa tecnología. La continuarán desarrollando hasta que décadas en el futuro se les vaya de las manos y un androide exterminador viaje al pasado a permitir que ocurra, ad infinitum.

El tradicionalismo existe y se mantiene debido a su propia existencia y nada más, igual que los exterminadores de James Cameron. Y mientras el argumento circular de James Cameron sirve para entretenernos con una obra de ficción fascinante, los argumentos circulares de los tradicionalismos del mundo real solo sirven para mantenernos empantanados en costumbres arcaicas y patéticas.

Satanás contra Yahweh

En “Paraíso Perdido”, Satanás desprecia las órdenes de “Dios” por considerarlas injustas. No le importa que sean las órdenes de un dios que lleva una tradición de autoridad de miles y miles de años, y menos le importa que una inmensa parte de sus pares no estén de acuerdo con su rechazo. En esa épica Satanás se quita las vendas del tradicionalismo de los ojos, cuestiona las ordenes de su líder, decide que es en realidad un tirano, y lo rechaza. Y no solo lo rechaza, sino que asume todas las consecuencias de su rebelión y termina junto a todas sus huestes adherentes en el averno.

¿Qué pasa si nosotros usamos nuestra voz contra un tradicionalismo injusto? ¿El millonario aficionado al cosplay de campesinos de fantasía se va a enojar y nos va a mirar en menos? ¿El administrador del grupo de WhatsApp de compañeros de oficina que se estimulan mutuamente enviándose pornografía se va a reír de uno? ¿La cajera del supermercado de sueldo mínimo que aúlla por defenderle la billetera a Andrónico Luksik nos va a criticar? Me atrevería a decir que nuestros infiernos no son precisamente un sufrimiento eterno de rechinar de dientes.

Y esto no aplica solamente frente a la autoridad, sino entre nosotras y nosotros. En el mismo poema los seres angelicales caídos debaten acerca de qué harán ahora que están en el infierno. Satanás tiene una postura, pero también la tienen Belcebú, Belial, Moloch, y demases. Y si bien ven a Satanás como una figura de liderazgo, nada les impide discutir y estar en desacuerdo. Porque en el infierno el pensamiento crítico es valorado; no castigado con las penas eternas.

Satanismo y pensamiento crítico

Ser satanista implica darle un valor divino al pensamiento crítico, al librepensamiento y a la libertad de conciencia. No basta con que nos afirmen con que una idea es buena si no podemos saber por qué deberíamos considerarla buena. Porque, como decía un físico que algo sabía de pedagogía, es bueno tener una mente abierta, pero no tanto como para que se nos caiga el cerebro (Feynman). Tener un pensamiento y una conciencia realmente libres, implica tener las herramientas necesarias para exponerse a ideas y morales de forma segura, adoptando lo bueno y rechazando lo nocivo.

El satanismo luce su rebeldía contra el autoritarismo de forma estética y pomposa, y si bien es una de sus claves, esta es sustentada sobre la reflexión y la observación. Para ser rebelde hay que tener capacidad de análisis y de pensamiento ético. Si alguien se hace llamar rebelde y solamente obedece instrucciones de contra qué rebelarse, ¿es realmente rebelde?

El tradicionalismo limita nuestra capacidad de pensar críticamente. Y el satanismo racional nos motiva a rechazarlo, abrazando el intelecto y su capacidad de cuestionamiento como una herramienta para una vida social mejor.

Ave Satanás.