Mitomanía corporativa

Publicado por: Capellán Strauss Belial (10 de octubre, 2023)

Tiempo de lectura: 9 minutos


Toda empresa capitalista que promociona un producto miente, sin excepción. La única misión de una empresa dirigida por un consejo de accionistas es acumular capital y repartir ganancias entre sus accionistas. No existe ninguna empresa capitalista en el planeta cuya misión no sea generar ganancias. Sin embargo, ninguna de ellas lo declara abiertamente en su publicidad; en su lugar, recurren a falsas afirmaciones románticas sobre sus productos. Y esto es desesperante.

Empresas capitalistas y su publicidad: la humillación detrás de sus promociones. El impacto de los accionistas en la empresa y la pérdiad de la dignidad en la gestión empresarial.

Imagen por Jacqueline Macou (Pixabay)

La descripción que Soprole proporciona de sí misma en su sitio corporativo reza: “Apasionados por crear sonrisas con nuestros productos ricos y nutritivos para ti”: ¿realmente lo que apasiona a quienes controlan Soprole es hacer sonreír a la gente y comercializar productos sabrosos y nutritivos? Lo que realmente les apasiona es generar ganancias y nada más. Es posible que algún subgerente idealista tenga el deseo de que la empresa venda productos nutritivos, pero la decisión final sobre cualquier tipo de inversión siempre recae en los accionistas, especialmente los mayoritarios. Si un producto Soprole fuera más nutritivo que uno de Nestlé, es más probable que sea para promocionarlo y competir contra Nestlé para aumentar las ventas, que porque a los accionistas mayoritarios les apasione ver a los niños sonreír.

La humillación de la mentira descarnada

Y todo esto lo sabemos. No estoy diciendo nada nuevo. Sin embargo, ¿esto acaso no aporta al estrés subyacente constante y naturalizado que nos aqueja a todos, todos los días? Ver a alguien mintiéndonos en la cara es humillante, y más aún cuando la inmensa gran mayoría de los mensajes e imágenes que vemos durante el día son precisamente este tipo de mentiras. Nos tratan como si fuéramos imbéciles con afiches de trenita metros de largo colgados de edificios.

Pero este es un ejemplo demasiado específico. Posiblemente, el ejemplo más obsceno a nivel de la industria en la historia sea el del mercado de los teléfonos móviles y sus promesas de “la tecnología más avanzada”. En un mercado que debería estar impulsado por la innovación tecnológica, los teléfonos móviles son probablemente el pedazo de tecnología que menos ha innovado en los últimos años. Hablamos de un mercado en el que la reducción tecnológica ha convertido a toda la oferta en un montón de rectángulos negros con exactamente la misma tecnología que hace diez años, adornándose solo con algunos desarrollos cosméticos o mínimos. Que los procesadores sean más rápidos, que la conexión sea más veloz o que la pantalla tenga más colores no es innovación, sino simplemente desarrollo de lo mismo de siempre.

Las grandes empresas productoras de teléfonos móvil realmente afirman que están orientadas al desarrollo. Apple, en su sitio corporativo, asegura que “En Apple, los valores que compartimos guían todo nuestro trabajo. También son la razón por la que queremos dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos”. ¿Realmente Apple es una empresa que “quiere” dejar el mundo mejor de lo que lo encuentra, fomentando la esclavitud moderna en sus manufacturas, sin hacer ningún esfuerzo por reemplazar el litio y manteniendo precios excesivos para consumidores que se endeudan durante años para adquirir un producto cuyo costo de producción es probablemente decenas de veces inferior? ¿En qué se traduce realmente ese “querer”?

Apple, al igual que cualquier otra empresa de su categoría, busca generar ganancias y nada más.

Cuando Santander, en su sitio corporativo chileno, dice que “queremos contribuir al progreso de las personas y las empresas”, miente. Lo que realmente quieren es acumular la mayor cantidad de deuda, capital y control económico. Si realmente quisieran que las personas progresaran más que generar ganancias, reducirían sus ganancias para mejorar las condiciones económicas de sus clientes. ¿Lo han hecho?

Jumbo, en su sitio web, asegura que “nos esforzamos por cumplir y superar las expectativas de nuestros clientes en cada experiencia de compra”. Pero estoy seguro de que sus esfuerzos son en realidad para generar el mayor volumen de ganancias sin perder clientes. No se esfuerzan por superar las expectativas, sino solo en reducir al mínimo posible el costo de sus servicios antes de comenzar a perder clientes. Si Cencosud en su totalidad es capaz de generar casi quinientos mil millones de pesos en ganancias en un solo año, ¿por qué no hacen un esfuerzo por superar las expectativas de sus clientes en cada experiencia de compra abriendo más cajas en las salas de venta? Y no hablo de expectativas muy altas, sino más bien de un reclamo habitual.

¿Existe alguna empresa no mitómana?

Todas son mentiras. Toda afirmación de una empresa con inversionistas acerca de desear mejorar la calidad de vida de sus clientes, brindar experiencias únicas o llevar calidez a los hogares son mentiras. Lamentablemente estas mentiras no son empíricamente comprobables, ya que no existe un dispositivo que permita identificar si alguien miente y así defender una acusación en una instancia judicial en contra de esos accionistas. Pero utilizando el sentido común, podemos deducir cómo nos mienten en la cara en todas y cada una de sus piezas de material publicitario.

Cuando una empresa familiar, o en general, una empresa donde quienes la dirigen son los mismos que crearon el producto, la realidad es diferente. En esos casos es más común que busquen formas de innovar y mejorar sus productos, porque los valoran y esperan que sus clientes los recompensen con fidelidad. El dueño de la panadería de la esquina ofrece nuevas variedades de pasteles porque le gustan y cree que serían un buen aporte a la pastelería que construyó. Los clientes los reciben bien y compran más seguido, lo que le llena de orgullo. Es muy probable que si un vendedor se acercara y le ofreciera un pastel de menor costo y calidad claramente inferior, al punto mínimo solamente no ser peores que los de la competencia de enfrente, el dueño se sentiría ofendido y no recibiría más a ese vendedor en su negocio. Y no solo pasa en negocios pequeños: prácticamente todas las historias de “éxito” de alguna app innovadora que “logró” ser adquirida por cantidades ingentes de dinero por alguna empresa internacional, ya eran negocios prósperos y en constante crecimiento antes de ser adquiridas por shareholders.

Cuando una persona que aprecia sus productos lidera una empresa, esta adopta un porte digno. En cambio, cuando una empresa es dirigida por accionistas, la dignidad se pierde y pasan a ser comerciantes sin visión que están dispuestos a llenar sus productos de podredumbre si eso les genera ganancias. Y parte del fenómeno de descartar la dignidad, es el adquirir la capacidad moral y hábito de mentir sin descaro.