El parasitismo de los shareholders y la extinción de la innovación

Publicado por: Capellán Strauss Belial (5 de noviembre, 2023)

Tiempo de lectura: 14 minutos


Los shareholders actuando como parásitos, devorando innovación y dejando solo desarrollos sin fondo ni expectativas, acumulando ganancias irracionales y sin justificación, drenaron todo a su paso y le quitaron la capacidad de fascinación a la última generación que vivió en un mundo de innovación. Este artículo habla de tecnología, innovación, codicia y nostalgia.

Cómo los shareholders hacen desaparecer la innovación, permiten solo desarrollos cosméticos vacíos y generan una nostalgia desesperante entre los millennials

Imagen por Erich G. Vallery, USDA Forest Service - SRS-4552, Bugwood.org (CC BY 3.0 DEED)

Los millennials fuimos los últimos en vivir una oleada de innovación constante

Que los procesadores de los teléfonos móviles sean cada vez ligeramente más rápidos no es innovación, porque siguen siendo procesadores comunes y corrientes; que la pantalla tenga cada vez un poco más de colores no es innovación, porque siguen siendo pantallas comunes y corrientes. La conexión de WiFi sigue siendo la misma de siempre, la red de datos móviles sigue siendo solo una red de datos móviles, los sistemas oprativos siguen cumpliendo las mismas funciones e irónicamente siendo impulsados tecnológicamente solo por Linux y su desarrollo de código abierto (Apple y Android solo adoptan sus elementos cuando los ven ya probados y seguros).

Nuestros padres, madres, abuelas y abuelos nos suelen volcar innumerables historias de innovaciones que cambiaron sus mundos. Nos cuentan aún con los ojos innundados de sorpresa cómo fue cuando llegó la televisión a color, cuando vieron al primer avión volar sobre su ciudad, cuando se compraron su primer teléfono celular, etc. Y nosotros, los millennials, estamos viviendo algo parecido: contamos cómo nos cambió el mundo cuando nos conectamos a internet, cómo fue tener nuestro primer celular con aplicaciones Java, cómo fue pasar de cargar un Walkman o Discman a dejar en un bolsillo del pantalón un reproductor de MP3, etc.

Cada generación tuvo sorpresas y la esperanza cumplida de un futuro hipertecnológico. Los boomers acogieron casi con reverencia sus adelantos tecnológicos y soñaban en miles de posibilidades de cómo sería el futuro. Y entre Gen-X y millennials se cumplió, vivimos una oleada de innovaciones y se renovó la esperanza por la generación siguiente. Pasamos de las consolas en 16 bits a videojuegos de gráficos tridimensionales, pasamos de comprar demos' en diskettes en kioskos a descargar juegos completos desde internet, pasamos de estar anclados al teléfono fijo familiar a cada uno tener un teléfono celular en el bolsillo…

Y no solo eso, sino que se mezcló todo con un desarrollo frenético: vimos aparecer computadores Macintosh de colores transparentes, teléfonos celulares de todas las formas y usos imaginables, vimos el rock fusionarse con el hip-hop y la música electrónica, vimos lanzarse películas con efectos especiales digitales para contar historias originales y arriesgadas, y vimos los contenidos de la televisión democratizarse, pasando de programas liderados por la alta sociedad a programas de bajo presupuesto conducidos por gente igual que uno.

Pero algo pasó. De pronto todos los teléfonos celulares pasaron a ser rectángulos negros, los programas de televisión pasaron a ser todos una vitrina morbosa de crímenes o de la vida personal de una alta sociedad ficticia, los computadores pasaron a tener todos las mismas características, hasta la música se vio homogenizada por un fenómeno comercial imparable llamado “música urbana”. Algo pasó, y pasó en el mundo corporativo…

La aparición de los parásitos: shareholders

Muchas empresas vivieron un crecimiento nunca antes esperado. Y una falta de agilidad y capacidad de predicción por parte de los legisladores de las potencias mundiales, provocó que el mundo de los billonarios tomara la iniciativa, les pusiera el pie encima, y lamentablemente se permitió el surgimiento y dominio de los grandes inversionistas. Se permitió que las grandes empresas se vendieran de forma pública a inversionistas externos, cuyo único propósito es generar ganancia de la forma más rápida posible. O más bien la legislación no alcanzó a ponerles freno hasta que fue muy tarde. Y como una enfermedad de parásitos, estos hicieron a las empresas multiplicar su tamaño de maneras irracionales, distorsionando sus objetivos y forzándolos a una única meta: la ganancia sobre las utilidades. Aquella innovadora y arriesgada empresa de tecnología dejó de tener como objetivo el inventar tecnología nunca antes vista, y pasó a ser solo una máquina generadora de ganancias para sus inversionistas y nada más.

Estos inversionistas, shareholders, o mal llamados stakeholders (algo acerca de eso en un artículo futuro), solamente desean ganancias. No importa cuál haya sido el objetivo o motivación original de cada empresa que adquieren. Y son los nuevos amos y señoras de las mismas.

Parásitos que digieren innovación y excretan desarrollos vacíos

Para un inversionista la mejor decisión es la que le genera ganancias; solo por eso invirtió en primer lugar. Y para asegurar su inversión, siempre optará por los planes más seguros y rentables. Un inversionista no tiene incentivo alguno para invertir dinero en un proyecto sin un objetivo comercial claro y predecible; nunca invertirá en una nueva tecnología solo por ser esto el objetivo de la empresa.

La innovación es un riesgo, porque puede o no generar ganancias en el futuro próximo. Sin embargo, el desarrollo de la tecnología existente es predecible y manejable.

  • Cuando el departamento de defensa de EE. UU. designó recursos en ARPANET, nadie pensó en inversiones, y de hecho era considerada un gasto necesario para poder agilizar la comunicación entre distintos lugares estratégicos. Que esta nueva tecnología creada con financiamiento público se haya convertido en una revolución mundial de la comunicación fue algo totalmente accidental que nadie había logrado predecir.

  • Cuando una nueva consola ofrece gráficos con un mayor nivel de detalle, la lógica de los shareholders fue que si en la versión anterior eso disparó las ventas, entonces hay que volver a hacerlo y solo procurar superar a la competencia. Ganancia predecible y segura. Se elimina el riesgo de la innovación y se mantienen las ganancias.

Es por esto que las empresas infectadas con shareholders solamente desarrollan la tecnología que ya poseen y rara vez innovan. Y si llegan a innovar, es manteniendo un ancla segura en la ganancia: una pantalla flexible en un teléfono celular es un tipo de innovación, pero sigue siendo la misma idea predecible y rentable de “una pantalla más llamativa que la anterior” (no hay realmente usos o funciones nuevas en una pantalla flexible).

¿Por qué “parásitos”?

Estos parásitos solo son necesarios por su propia existencia. Cuando aún no dominaban el mercado y solo eran una parte minoritaria de las empresas, nada impidió que estas crecieran: durante años, si no décadas, Microsoft y Apple fueron máquinas de innovación imparables bajo el mando de sus dueños originales antes que los shareholders tomaran el control. Pero una vez que los inversionistas se hacen del control completo de una empresa y comienzan a tomar las decisiones, se convierten en un influjo de inversión que no puede ser reemplazado por la estructura original de la empresa. Y si bien esa estructura original hoy seguiría siendo tan rentable como fue siempre, las rondas de inversión suelen usarse mayormente en financiar gran parte de la operación en curso, haciendo que quitarlas signifique arriesgar a que la empresa se desmorone sobre su propio peso.

Una vez que los shareholders toman el control, generan un círculo vicioso de financiamiento y drenaje de ganancias (eliminando la innovación), que no puede ser detenido sin destruir la empresa. Y eso considerando que la empresa pudo haber seguido funcionando como era originalmente sin ningún problema. Lamentablemente estos shareholders suelen ofrecer sumas de dinero tan irracionalmente grandes que pocos dueños de empresas se resisten a entregarlas. Actúan literalmente como parásitos.

Adiós innovación

Nunca olvidemos que “innovación” se refiere a introducir novedades en algo. Desarrollar una tecnología ya existente no es innovación, sino solo desarrollo. Si “I+D” es “Investigación + Desarrollo”, entonces las empresas lo que hacen es solamente desarrollar, pero nunca investigar. La investigación implica riesgo, ya que el concepto de la investigación indica justamente explorar algo desconocido. Ningún grupo de accionistas del planeta tiene interés en explorar un campo desconocido, porque eso no asegura ganancias, sino que solo reduce las probabilidades de rentar; ellos buscan invertir, buscan obtener retornos de forma segura, no tomar riesgos solo por el bien del progreso humano o el objetivo personal de los dueños originales de una empresa.

Y eso es lo que provocó el estancamiento del ciclo de innovaciones y revoluciones tecnológicas al que estábamos acostumbrados. Los millennials fuimos la última generación en vivir con esperanzas de un futuro aún más innovador que el presente, y el ver cómo todo se estancó nos arrebató esos sueños. Si un Gen-Z que lee esto alguna vez se preguntó por qué los millennials somos caracterizados como “nostalgia-obsessed”, es por esto, porque todo se nos estancó, todas nuestras expectativas se truncaron y la última memoria que tenemos de un mundo tecnológico fascinante fue el de principios de la década del 2000. El presente no tiene sorpresas, ni fascinación, ni esperanzas, solo estímulos visuales sin fondo, y eso no nos llena.